Por: Edu Valderrama
Muchas veces las cosas no salen como uno piensa. Después de más de 2000 kilómetros, seis meses de preparación y todo cuidado al detalle, nada te garantiza que la maratón salga perfecta.
Ya han pasado unos cuantos días de la Maratón de Castellón, me ha dado tiempo de sobra para analizar tranquilamente lo sucedido. En primer lugar acabar un maratón es algo a valorar y muy importante. He de confesaros que hubo muchos momentos que pensé en el abandono, pero no lo hice por muchísimos motivos. El principal por toda la gente que me ha apoyado durante todo el camino. Os cuento cómo sucedió todo.
A falta de unos 12 días aproximadamente, mi entrenador y yo -estudiando toda la preparación- decidimos los ritmos de carrera. Tanto él como yo somos de los que pensamos en no enfocar la preparación a un ritmo objetivo. Dejamos que la preparación vaya saliendo y por sensaciones semanales vamos ajustando las cargas para luego decidir dependiendo de la asimilación los ritmos.
Llegué a Castellón el sábado por la mañana, recogí el dorsal y estuve en algún compromiso que tenía. Comida, siesta y a trotar un poco para activar el cuerpo para la mañana siguiente. Sensaciones fenomenales. Todo OK. Ceno con mi compañero Nacho Cáceres, mi mujer y mi liebre. Me cuenta Nacho que sus mejores preparaciones siempre le han salido mal y que la maratón no te garantiza nada por muy bien que estés.
Llega el gran día, calentando estoy súper nervioso, el pulsómetro me marca valores que ni yendo a ritmo de maratón tengo. Sin duda los nervios me están afectando. Comienza la carrera y vamos al ritmo acordado, las pulsaciones se normalizan. Si bien he de decir que el terreno no fue el más favorable, nunca fui con la sensación de ir cómodo. Aun así los parciales se cumplen, pero yo no me encuentro fresco.
Todo más o menos bien hasta el kilómetro 28/29 donde de una forma fulminante los parciales bajan. “Debe ser una crisis”, pienso y lucho contra ella pensando en positivo y que pasará pronto. Llegados al 31 y con 12 kilómetros por delante comienza el calvario. Una sensación de lucha constante contra mi cuerpo que decía que no y yo que decía que sí. Pero acabo y ahí mi cuerpo sí dice “basta” y me derrumbo en meta. Con la ayuda de la Cruz Roja me dura 5 minutos simplemente. A mi lado mi compañero Nacho Cáceres -que había hecho de liebre para compañeros míos hasta el kilómetro 26-. Al mirarle le digo “ya conozco al hombre del mazo”. Parece que la conversación de la noche anterior se cumplió en mí también.
Me llevo el haber acabado mi tercera maratón y que me quedan muchas por intentar, sin ver el famoso muro.
Agradecer a todas las marcas y tod@s los seguidores que me han estado apoyando durante este camino Rumbo a Castellón, por ellos llegué a la meta.
Miguel Graham
“Felicitaciones Campeón.