“La bici me ayudó a gestionar la rabia y el miedo del cáncer”

Mar Hernández es símbolo de lucha continua, de espíritu de superación, de aquellos que nunca tiran la toalla. Escultora de profesión y nacida en Castellar del Vallès, fue diagnosticada con un cáncer de mama a los 36 años. Después de pasar una etapa muy dura de aceptación de la enfermedad, decidió tomar las riendas y ayudar, de alguna manera dice, a su propia recuperación. Le habían regalado una bici poco antes de la implacable noticia, sin saber que poco después se harían inseparables.

R. Probablemente el día que fuiste diagnosticada es uno de esos que no olvidas jamás. Pero, ¿recuerdas qué hiciste el día antes y el día después de ese momento?
P. Pues no lo recuerdo porque el primer diagnóstico fue en 2007 [tuvo una recaída años después]. Lo que queda en mi memoria es el momento exacto del diagnóstico, cuando todo quedó paralizado, cuando toda mi vida quedó cortada en un instante. Eso sí lo recuerdo, aquella sensación de miedo. Sin embargo, de mi segunda intervención recuerdo el fin de semana anterior, cuando estaba con unos amigos. Estábamos todos reunidos, incluso mi cirujano -y también amigo- el día antes de ir a correr la prueba de los Monegros. Sentí como si fuera una despedida. Lo siguiente que recuerdo es despertarme en el hospital después de la segunda operación y verme con la camiseta de la prueba de los Monegros. Eso me dio fuerza y optimismo para luchar.

R. Cuando te diagnosticaron el cáncer te volcaste al deporte para superarlo. ¿Cómo llegaste a tomar esta decisión?
P. Hacía unos meses me habían regalado una bici de montaña. Yo no practicaba deporte desde hacía más de 15 años porque estaba muy volcada en mi profesión, que es la escultura y el mundo del arte. Entonces esa bici fue el recurso al cual yo me cogí para poder gestionar toda la rabia, todo el miedo, la impotencia que yo sentía en aquel momento. En aquellos momentos, para mí la bici significaba sobrevivir a la tensión y al estrés que yo estaba sufriendo. No lo sé, cogí la bici porque sino me daba de golpes contra la pared. [sonríe]

R. ¿Por qué la bici y no la escultura, que era tu profesión?
P. Mucha gente me decía que transmitiese todos mis sentimientos hacia la escultura. Yo soy incapaz de trabajar en el taller si no estoy bien. Necesito estar muy equilibrada, muy bien para crear y para que las cosas salgan bien. Por eso durante aquella época lo abandoné.
La bici era un medio que yo desconocía pero lo poco que había salido lo había disfrutado. La bicicleta me conectó a cosas que hacía tiempo que no sentía y es que te da una libertad y te conecta con tu parte más de niña, de la infancia. Yo había ido mucho en bici de pequeña y esta sensación la recuperé. Y supongo que conecté también con eso y por eso me enganché tanto.
Por otra parte, la práctica del deporte ya no sólo me beneficiaba a nivel emocional sino también a nivel físico. A parte de reducir el estrés -que tampoco es bueno para el cáncer-, mi sistema inmunológico salía reforzado. No sólo mantenía mis defensas sino que las aumentaba. Al ir en bici lo que hacía era favorecer la eliminación de toxinas de mi hígado poniendo en marcha todo mi organismo.

R. Como resultado de todo ello nació Identitat Esculpida. ¿Qué podemos ver allí?
P. Identitat Esculpida nace dentro del proceso de recuperación del segundo diagnóstico en el que yo tuve una mastectomía [extirpación quirúrgica de una parte o toda la glándula mamaria] bilateral, una de ellas preventiva. En este proceso de reconstrucción de las mamas y de recuperación de mi autoestima e imagen, tuve la necesidad de plasmarlo de una manera más plástica y más artística. Yo ya había tenido experiencia con el tema de la fotografía a nivel de mi trabajo y fue un amigo fotógrafo quien me ofreció la posibilidad de hacerme fotos, pero a nivel personal, para mí. Durante el proceso de tratamiento de quimioterapia yo no quise hacerme fotos, no quise que quedara testimonio de aquello. Tienes que pensar que cuando estás en tratamiento tu apariencia cambia: no tienes el cabello, no tienes las pestañas, no tienes las cejas… Luego tienes muchas ganas de recuperar tu aspecto, de sentirte guapa, de reconocerte delante del espejo, de sentirte otra vez bien contigo misma. Y éste fue el momento que yo le dije que necesitaba hacerme fotos. En un principio iniciamos el proceso de las fotografías de una manera muy experimental, sin pensar en nada. Después cuando vimos el resultado nos encantó: las fotos tenían un potencial brutal podían llegar y ayudar a muchísima gente. Así que empecé a estructurar las imágenes en un hilo conductor para poder explicar lo que yo quería transmitir: la belleza del cuerpo y de la mujer una vez pasado por un cáncer.

R. Uno de tus grandes logros fue participar en la Titan Desert -enhorabuena por cierto-, una carrera con mucha dificultad de 6 días por el Sáhara marroquí. ¿Cuál era tu meta y con qué te quedas del resultado que obtuviste?
P. Mi meta era terminar. Para mí el mero hecho de estar allí participando ya lo vale todo. Porque yo siempre digo lo mismo “podría no estar aquí” y por tanto valoro muchísimo el hecho de que pueda. Hay muchas personas que con el proceso de enfermedad les cambia muchísimo la vida hasta tal punto que les condiciona físicamente a la hora de hacer actividades, deporte, trabajar. Yo he tenido la suerte de poder volver a la bicicleta y de poder volver a trabajar. Por esto tiene tanto valor para mí.

R. ¿Qué haces normalmente en un día como el Día Internacional del Cáncer?
P. A no ser que tenga que participar en algún acto o en alguna colaboración, para mí es un día normal. Sé que deben estar estos “días internacionales de”, pero la lucha es cada día y la gente que está con cáncer o con tratamiento, lo está durante mucho tiempo, no un solo día.

R. Para terminar, ¿qué le dirías a una persona que le acaban de diagnosticar un cáncer, como te pasó a ti hace unos años?
P. Que se tome su tiempo para digerirlo, para racionalizarlo, si es que puede. Que busque la ayuda necesaria y que siga el instinto de lo que le mande su cuerpo en todo momento.

Fotografia: Jordi Serra.

2 replies on ““La bici me ayudó a gestionar la rabia y el miedo del cáncer”

  • Ciclista Veterano

    … “podría no estar aquí” esta frase es la misma que pienso cada día de mi nueva vida, sobre todo cuando me siento a gusto y lo estoy pasando fenomenal, con la familia, con los amigos, con las bicis de montaña, de excursión,… el viernes 13 de mayo de 2011 tuve un infarto yendo en bici, del que estoy vivo de milagro tras pasar una semana en cardiología del Vall d’Hebrón. Al principio se me cayó al suelo toda la seguridad de ir solo por el mundo, no salía de casa, no iba a ningún lado… volví al trabajo, que me ayudó a comenzar a coger confianza, me jubilé y ahora es cuando aprecio más mi segunda oportunidad, disfrutando de cada momento más que nunca. Muchos ánimos Mar y tod@s l@s que se encuentren en situaciones semejantes, no cada día la vida nos da una oportunidad más para poderla vivir y disfrutarla por más tiempo.

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    • Equipo Sportlast

      Muchas gracias Ciclista Veterano por compartir tu historia con nosotros. Seguro que con la ayuda y la aportación de todos, podemos ayudar y dar soporte a toda la gente que está luchando día a día. ¡Saludos amigo!

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